lunes, 22 de julio de 2013

EL ALPINISTA VIRTUAL III: LA EXPEDICIÓN MALDITA

Llevaba varias semanas con molestias musculares mientras mi cuenta de correo se llenaba de misteriosos mensajes donde unas siglas se repetían a modo de una inquietante cantinela: R.C. Responsabilidad Civil era la respuesta más obvia, pero mi instinto me decía que quizás René Couloir podía aproximarse más… Algo me dice que no voy a ser objeto de un ataque directo, sino que mi enemigo va a enfrascarse en una guerra de desgaste continua, a base de sutiles amenazas cuyo objetivo es conseguir que el miedo me lleve a cometer un error de fatales consecuencias. Cogemos la directa y mis sensores de movimiento captan un leve balanceo al cual en un primer momento no doy demasiada importancia. Al atravesar Jaca noto que la cabeza del chófer lleva un leve balanceo como si un perrito de esos que iban junto al cristal fuera o como si le hubieran soltado al macho. Lo pongo en conocimiento de la troupe y paramos junto al taller donde depositamos una vez la zaborreria del bus. Procedo a un análisis con láser de los neumáticos y detecto un abultamiento en la rueda trasera izquierda. Vamos a echar mano de la rueda de repuesto y nos damos cuenta que la banda de los peruanos nos la ha tangado en plena marcha. Auténticos profesionales. Nos quedan 600 kms por delante sin rueda de repuesto, Empezamos bien. Llegamos a Torla donde procedemos a probar el equipo. Me pongo el arnés y noto que me llega demasiado a la ingle y que el casco me aprieta a saco, me pregunto que será cuando me lo ate y se me terminen de subir del todo… Cenamos y nos tomamos un pelotazo. Nos metemos al sobre ya que hay que madrugar. En el Albergue hay un intenso aroma a Ambi-pur Orinoco y empiezo a sobarme hasta que aparecen los petardos-as de turno que por dos veces me despiertan y plantan una fábrica de Cabrales junto a mi litera. Me da la 1:30 despierto, me sobo y a las 3:30 no se porqué me despierto….Ya no volveré a dormirme. A las 4:30 empiezo como medida de venganza a tocar las bowlings dándole a la dinamo de la linterna, tirando de la almohada al vecino de arriba, enrollando el saco y haciendo ruido preparando las cosas. Donde las dan las toman. Me meto una de rinalair para la alergia y una de pomadita voltarén para el gemelo, lo cual acompañaré mas tarde con un ibuprofeno que está muy bueno para el burukomiña. El supositorio rovi me lo he dejado en casa, pero no lo necesito. Ya sería vicio. El exciclista yonki strikes again. Desayunamos. 6:00 cogemos el bus que nos lleva a la pradera de Ordesa, los árboles son negros y el amanecer apenas se intuye. En las tinieblas y con el pañuelo en la muñeca parezco Sergio Ramos con la camiseta de la Coja. No nos equivoquemos, la camiseta es naranja, y estaba de oferta. La misión consiste en llevar al soldado Poti sano y salvo al Col des Tentes, en territorio liberado donde será entregado a un agente que allí esperará. Hablan de 16 kms, lo cual me choca y comienzo a pensar que tenemos un topo en la expedición. Comienza la ascensión a través de un bosque donde se aprecian las huellas de las avalanchas del invierno. El arroyo baja con fuerza. Me duele el gemelo pero poco a poco el dolor irá remitiendo, ya que empezará a dolerme todo lo demás. Tras cerca de dos horas de ascensión llegamos al primer punto crítico, hemos llegado a las clavijas de Cotatuero, nos ponemos los arneses y los casco y comenzamos a trepar por una chimenea la cual me ofrece alguna dificultad debido a los malos apoyos y el agua que moja la roca. Llegamos al paso horizontal, y cuando vamos a pasarlo una voz grita: ¡¡Detente Abraham¡¡: hay dudas acerca de mi arnés, en menudas manos estoy, me digo, los sherpas se miran y se pasan la pelota unos a otros, ha habido un intento de sabotaje para lanzarme al abismo, pero no se dan cuenta de que yo había corregido el nudo del arnés que deliberadamente me habían colocado mal. No hay un topo, sino dos. Me agarro a los hierros y me vengo arriba, he perdido el miedo y pido que me cuelguen como un chorizo si quieren y hago un gesto desafiante a la cámara: “Soy el puto amo, si la mesa fue la revelación, esto es la consagración del alpinista virtual”. Me pongo el pañuelico cachirulo en la pelota, pero no soy un baturro, soy el Boss. Me pillo la cámara e improviso una de Almodóvar con dedicatorias. El sherpa nos dirige a través del circo de Cotatuero buscando la senda que nos lleve a la faja de las Flores. Tenemos la Brecha de Roland, el Perdido y el Taillon a modo de blanco decorado. Hace fresquete. Enfilamos la faja donde la caída vertical abruma, 1.100 metros de agujero. Nos metemos un paquete de mix 5 y un bidón. Atravesamos la faja con un decorado que te cagas. Lleno la cantimplora con un chorro de agua que cae de la pared. Sabe a gintonic de Tanqueray. Paramos en la base del Pico Mondarruego, llevaremos unas cinco horas y calculamos que en una hora podemos estar arriba. Unos sarrios nos miran y me parece ver una sonrisa malvada en su cara. Empezamos la ascensión por una cantera, donde me meto una toña que me deja dos frenazos en las piernas de 15x2 que escuecen bastante y una patada a lo Amorebieta en la rodilla izquierda, que duele bastante más, pero puedo andar. Empieza el sufrimiento de verdad, noto que las piernas flojean y no voy bien, miro para arriba y eso está donde Cristo perdió las vacas. Me entra la paranoia y empiezo a contar las piedras que hay, cuando llego a 10 a la 7 paro de contar. Empiezo a hacer la goma y cojo la rueda de I. que me llevará a la cima. Detrás J. hace el paripé de que ha recibido un SMS, pero yo sé que no va bien tampoco. Cuento los metros de desnivel que faltan hasta la cima en una exhibición de matemática anaeróbica. Pasando las de Caín llego arriba donde mi Gramin me dice que llevamos más de 16 kms, y aún quedan como tres horas de pateada. Miramos hacia el este donde el Perdido empieza a cubrirse. La amenaza de tormenta está latente y decidimos empezar a bajar tras unos breves minutos de parada para el sándwich de chorizo Pamplona caducado. Me pasa por la mente la imagen de Txipi vestido con la chilaba en Ramadán y Semana Santa 2x1. Me juego 100 pavos a que después de lo que llevamos pateado se lo come. El imán le hubiese absuelto. Enfilamos la faja de Mondarruego donde echamos mano de cuerda y mosquetón. Previamente me marco un talón-punta que impacta a mi gregario: eso no se aprende, eso sale. Hay unos toboganes que me empiezan a matar. Empiezo a beberme el agua de los charcos y noto que el sherpa empieza a apretar el culo, lo cual me mosquea seriamente ya que deduzco que estamos en una zona chunga por la amenaza de tormenta. Los trumoias se empiezan a oír, y el cielo empieza a ponerse más negro que los cojones de un grillo. Llegando al collado de Gabietos empieza la fiesta: nos medio perdemos y el sherpa II se hace autónomo y se pira no sabemos por donde. El increíble Hulk se pone verde y veo, como el año pasado, al Yeti delante de mí. Rompiendo las mangas de la camisa se marca un anuncio de euskaltel y suelta un Iñakiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii que se oye en Bruselas, a la vez que el eco nos devuelve el akiiii, akiiii, akiiii, y otras cosas que no se escribir. Me empiezo a poner nervioso. Por fin llegamos al collado, vamos con prisa pero unos metros más abajo tenemos a la expedición Pernod que nos pide, attendiez, pierres…¿Delapierre? Dice uno. Les damos una pasada por los neveros cuando paran a ponerse los crampones. La pena no tener una bolsa de Mamut para ponérmela debajo del culo, en dos minutos estaba abajo. Voy perdiendo la huella porque no veo un carajo. Comienza a llover. Aprietan el paso y tengo dificultades para mantener ese ritmo, son casi 27 kms y voy madurito interesante. A lo lejos me dicen que hay un punto negro, es el agente Pi que nos espera en la frontíère. No lo veo pero quiero creérmelo. Es verdad. Doctor Livingstone, supongo, le digo, hace mucho que no me alegraba tanto de ver a alguien.

jueves, 28 de enero de 2010

EL OTOÑO DEL PATRIARCA



"...en un plazo máximo de cuarentiocho horas lo encuentren vivo y me lo traen y si lo encuentran muerto me lo traen vivo y si no lo encuentran me lo traen, una orden tan inequívoca y temible que antes del plazo previsto le vinieron con la novedad mi general de que lo habían encontrado en los matorrales del precipicio..."